martes, 7 de noviembre de 2017

Odyssey: Transitando lo intransitable


En estos momentos me encuentro realizando el 100% del videojuego tras habérmelo pasado (Super Mario Odyssey de Switch), buscando todos los secretos y dando segundos y terceros paseos por los distintos mundos. Lejos aún de querer analizarlo ─hay que dejarlo reposar, no puedo servirlo todavía tan caliente─, ya hay algo que me ha llamado poderosísimamente la atención. Son un conjunto de aspectos que hacen de este videojuego algo digno de matrícula en el aspecto plataformero. Lo voy a matizar con tres ideas:

http://sectoromega.blogspot.com.es/2017/11/odyssey-transitando-lo-intransitable.html
 


1.- Sacando espacio de la nada




El mero hecho de poder transitar paredes enteras, mosaicos y superficies por dentro de éstas, transformando el título en un Super Mario Bros. clásico en segundos resulta tremendísimo. Ver un videojuego dentro de otro es algo embriagador, significa tener el poder de transitar las dimensiones a placer, saltar del 2D al 3D y viceversa, conectar el mundo con la infinidad. Colarse por una tubería en Odyssey es visitar otro videojuego sin cambiar el cartucho. Es hacer un viaje de tres décadas hacia atrás o hacia adelante en un instante minúsculo, resultando tan intuitivo como cupiese esperar y más.

Visto desde fuera sólo son paredes, superficies planas que adornan los mundos. En cualquier otro plataformas en 3D, una pared no deja de ser un sólido programado para limitar el movimiento horizontal. Saber que tú puedes recorrer esas superficies por dentro de las mismas, para luego aparecer en otro sitio con toda la naturalidad del mundo, es una sensación totalmente indescriptible, evocadora, preciosa. Es el arte de sacar espacio de donde sólo podía haber un obstáculo plano, llenar rincones mustios con vida plataformera; convertir a Mario en un viajero dimensional es de lo más grande que haya tenido el placer de jugar jamás. Creo que lleva más allá lo visto en A Link Between Worlds.






2.- Transformando los antiguos peligros en nuevo terreno




Pero no sólo las superficies lisas son ahora pequeños universos contenidos dentro de otros más complejos; lo que antes era peligroso en otros títulos de Mario, ahora se convierte en terreno explorable, incluso obligatorio para poder avanzar. Las transformaciones de Cappy convierten a nuestro protagonista en un nuevo ser, un nuevo vehículo de avance que nos cambia algo por dentro, en nuestra mente. De pronto esos obstáculos y trampas ya no lo son; se han transformado en nuevo suelo, nuevas superficies por las que avanzar. Vemos el mundo mucho más grande de lo que parecía.

El mejor ejemplo de ello es convertirse en una bola de fuego. Ahora la lava entera es como agua líquida, es nuestro nuevo patio de recreo, abriendo decenas de caminos y posibilidades. Lo que antes era seguro, ahora es una trampa mortal para ese fueguecito, puesto que se apagará sin más remedio y volveremos a la forma original. Esa brutal inversión de terrenos transitables es magia pura; la conversión de nocivo a inocuo se produce automáticamente, sabiendo muy bien y sin que nos lo expliquen qué nuevas limitaciones se nos han impuesto ─y a qué ventajas vamos a acceder─. Poder observar tu alrededor sabiendo que ahora lo puedes recorrer lo cambia todo; expande las fronteras, permite que los secretos broten como enloquecidos.




3.- Los inusitados rincones




Odyssey hace bien muchas cosas, pero no sólo es un buen puente que conecta zonas o que las amplía. También encierra en sus circuitos un brutal premio al observador, al explorador, al curioso. Cada maldito rincón, esquina o pico sospechoso puede contener una luna o monedas. Hasta el lugar a priori más inalcanzable deja de serlo con un poco de habilidad, dominio de los controles y exigencia plataformera. Si aún con una transformación de Cappy no alcanzamos una zona, posiblemente se pueda hacer de otro modo; saltando con Mario mismo. ¿Os acordáis cuando de pequeños conseguíais subir a una columna sólo por el placer de hacer el tonto, probando una y otra vez la misma acción? Pues ahora esa columna tiene premio.

Los programadores han colocado recompensas para aquellas personas que sean capaces de dominar el entorno. Y para conquistarlo no basta con mirar; hay que aventurarse, hay que precipitarse al vacío y probar todas las locuras que nos ronden la mente. Super Mario Odyssey sólo es una Odisea si convertimos lo imposible en posible, y nos han dado un buen puñado de herramientas para lograrlo. No llegar a una zona sólo puede significar dos cosas: que efectivamente ya has dado con el límite real del nivel, o que no estás probando algo. 





¡Qué maravilla de videojuego! Alcanzar cualquier esquina siempre ha sido el sueño de todo jugador de Super Mario 64, Sunshine y los demás; en Odyssey esa adrenalina exploradora es la recompensa, ya no es algo tan opcional, ni tan reservado a speedrunners. Cualquiera puede ya sentir la magia de encontrar secretos y acceder a los rincones a priori prohibidos. Así es Odyssey ─y yo que me alegro de corazón─.

fran_friki

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